Un californiano conquista las cocinas de MasterChef España
Un escalofrío atravesó el cuerpo de Michael Salazar cuando, a la temprana
edad de 16 años, su madre le preguntó, sin el menor pudor, si era maricón; no
gay ni homosexual: maricón, con toda la carga despectiva que esa palabra puede
encerrar. La interrogante lo tomó por sorpresa y sintió que moría de vergüenza
y miedo.
“Me quedé helado”, cuenta Michael al Washington Blade, 35 años luego del
suceso. “No sé de dónde saqué valor y le contesté que sí. Fue entonces cuando
me dijo que me tenía que ir de la casa, ¡y ya! Ella no quería tener ningún
maricón bajo su techo”.
Esta amarga anécdota, que no por lejana deja de ser dolorosa para él, la
escucharon por primera vez quienes siguen la versión española de MasterChef, un
reality show de habilidades culinarias, que en este 2020 ya acumula ocho
temporadas. Michael, uno de sus concursantes, es el primer estadounidense que
se presenta en la competencia, que se emite cada lunes por Televisión
Española.
Michael, 51 años, nació en Costa Rica y a los siete años se trasladó con su
familia a los Estados Unidos. Creció en Long Beach, California, lugar que él
denomina su “pueblo natal”.
“Cuando alguien me pregunta que de dónde soy, mi respuesta es siempre la
misma, aunque también viví en Victorville unos años, antes de venirme para
España, donde conservo buenos amigos”, dice.
Profesor de Inglés y aficionado al arte culinario, decidió probar suerte en
uno de los certámenes televisivos más populares de España, donde reside desde
hace ocho años. Vive actualmente en Barcelona, muy cerca del mar, junto a su
esposo Fernando. En exclusiva conversamos con él sobre su pasado, repleto de
eventos discriminatorios y su presente, en el que se ha convertido en una
especie de celebrity, que motiva a muchos jóvenes LGBTQ cada vez que
aparece en pantalla.
¿Cómo recuerda la vida con su familia en Estados Unidos?
“Mi vida en familia, si se puede llamar así, no era muy amorosa. A veces,
trato de recordar algo divertido o eso que me haga sentir nostálgico y solo me
viene a la mente cuando llegó la selección de Costa Rica a Los Ángeles, para
jugar un partido de fútbol. Mi madre hizo una fiesta con sus amigos para
celebrarlo, pero no me acuerdo si ganó ni contra quién jugó.
Yo de pequeño me imaginaba que era adoptado y que algún día vendrían mis
verdaderos padres a llevarme. Veía a las familias de mis amigos como si fueran
las de la tele, tanto amor y cariñitos, y me daban ganas de quedarme a vivir
con ellos. En aquellos años, no le gustaba a mi madre que fuera un niño tan
afeminado.
Era una cuestión ‘cultural y religiosa’ de la época. Una vez me dijo que yo
era el ‘desprestigio de la familia’. No supe en ese momento lo que significaba
la frase, pero sabía que no era bueno. Tenía como 8 o 9 años, pero se me quedó
grabado”.
¿Qué sucedió después de ese episodio donde su mamá lo
expulsó del hogar por ser homosexual?
“Empezaré por recordarte que en los años 80 estábamos en plena epidemia del
VIH-Sida y toda la comunidad gay estaba en pánico. Se empezaron a organizar muy
rápido, haciendo pruebas de Sida, dando ayuda psicológica y ofreciendo
albergues para aquellos que habían sido echados de sus casas. Los jóvenes gays
y latinos sufrimos más discriminación, porque nuestras familias eran muy
religiosas y tradicionales. Unos amigos y yo nos unimos a un grupo de apoyo que
organizó la MCC (Metropolitan
Community Church) en Long Beach y ayudábamos a recaudar fondos para la
gente que lo había perdido todo por el Sida.
Enviaron a mi casa un boleto con una invitación para una fiesta y mi mamá
la leyó. Cuando llegué del instituto, ella me dijo que había una iglesia
cristiana que convertía a ‘maricones y tortilleras’ en gente ‘normal’, y que me
habían enviado una carta. Me preguntó el porqué. En ese momento yo no entendí
muy bien qué pasaba y ni siquiera lo asocié con la MCC. Un escalofrío atravesó
mi cuerpo. Me sentí morir de vergüenza y de miedo, porque no sabía por dónde
iba la cosa.
Yo le contesté que no sabía nada de eso y fue cuando ella me preguntó que
si yo era ‘maricón’. Me quedé helado, pero no sé de dónde saqué valor y le
contesté que sí. Fue entonces cuando me dijo que me tenía que ir de la casa, ¡y
ya! Ella no quería tener ningún maricón bajo su techo.
Entonces, le pedí permiso para llamar a mi hermana para ver si me dejaba quedarme en su casa. Me dijo que sí, que la llamara, pero rápido. Mi hermana me dijo que me fuera a su casa y que me podía quedar el tiempo que fuera necesario, pero … en unos días ella se iba a Costa Rica a visitar unos parientes y no sabía cuánto tiempo iba a quedarse. Yo le prometí que tan pronto encontrase un sitio dónde quedarme, me iría”.
¿Cómo incidió en Ud. el sentirse discriminado por su
propia familia?
“Durante muchos años me sentí culpable y no debía confesar que era gay.
Pero conocí gente tan buena que me ayudaron a entender que no era mi culpa y me
enseñaron a quererme. Hoy en día, soy un hombre felizmente casado y veo la vida
con optimismo. Sé que hay cosas que no podré cambiar, pero yo pongo de mi parte
para ser una persona mejor todos los días”.
¿Cuánto
cambió su vida a partir de ese entonces?
“Haber pasado por esa situación me ha hecho tener más sensibilidad hacia
otras personas que se encuentran en cualquier forma de discriminación. Como
profesor, inculco en mis alumnos el respeto y el hacerse respetar. Entiendo que
hay situaciones que no podemos cambiar, pero lo que sí podemos hacer es tener
una visión de las cosas más optimista.
Yo soy un vivo ejemplo de que todo puede mejorar en la vida si le das una
oportunidad. Deseo que ninguna otra persona pase por lo que yo pasé, pero, a la
vez, reconozco que no es tan fácil. Hoy en día, por medio de Instagram, me
contactan muchos jovencitos diciéndome que se identifican con mi historia y eso
me da mucha pena, porque sé lo mal que lo están pasando.
Trato de darles ánimos y que tengan paciencia, ¡todo mejorará! También me
hablan muchos padres que me preguntan cómo pueden ayudar a sus hijos que les
han confesado su orientación. Siempre les digo que hay grupos de apoyo, tanto
en persona como online, y les animo a que se pongan en contacto con
ellos. Yo solo les puedo aconsejar desde mis vivencias, sin embargo, en esas
asociaciones tienen grupos de expertos cualificados que les ayudarán mejor que
yo”.
¿Ud. contó que cuando su madre lo echó de la casa el gobierno de California lo reubicó con un padre gay. ¿Qué tan diferente fue todo a partir de ahí?
“El departamento de servicios humanos junto con el Gay and Lesbian Center de Los Ángeles formaron un grupo llamado Pink Project, que se basaba en asignar niños gays o lesbianas de la calle a padres gay-lésbico, ya que otras familias casi nunca nos entendían. A mí me tocó vivir en Burbank, California. Quien me acogió fue uno de esos ‘ángeles’ en mi vida, que me trató con mucho respeto y cariño, y aunque solo estuve en su casa unos meses, dejó una huella en mi vida tan positiva que me atrevo a decir que soy quien soy gracias a él”.
¿Se ha
sentido discriminado alguna otra vez?
“Desgraciadamente, ¡sí! En mi caso me han discriminado en multitud de
ocasiones por triple motivo: por ser hispano, gay y oscuro (todo lo que los
racistas odian). Al principio me ponía muy triste, porque sentía que era la
historia de nunca acabar. Ya después me hice una piel más dura y no dejé que me
afectara tanto. Yo soy feliz como soy y tengo gente que me ama igual”.
¿Y cómo
terminó viviendo en España?
“Estuve trabajando para una gran compañía de teléfono en Victorville,
California. Ganaba mucho dinero, pero a la vez era muy duro y tenía mucho
estrés. No tenía vida, no estaba feliz ahí, quería un cambio. Empecé a viajar
dentro del continente y nada. Entonces decidí buscar en Europa. Fui a Londres,
a París y cuando llegué a Madrid dije ‘Oh! This is it!’ Tuve una
conexión inmediatamente con España y decidí venirme a vivir aquí. Eso fue en
2010 y, para finales del 2012, ya estaba viviendo aquí en Barcelona”.
¿Por
qué le gusta la vida en España?
“Vivir en España es muy agradable. Como hispano-americano encuentro muchas
similitudes con nuestra cultura, pero aquí la historia está más conservada y se
puede apreciar en sus palacios, en sus castillos, en sus calles … en fin, en
todo su alrededor. A diferencia de lo que me pasaba en Estados Unidos, donde yo
vivía para trabajar, aquí siento que trabajo para vivir, y vivo muy bien.
Tengo una nueva familia y unos amigos que ya son como mi familia también.
Es increíble que un país tan pequeño como España tenga tanta diversidad
cultural, como la vasca, la catalana, la gallega, la andaluza … Allí donde
vayas encuentras algo interesante. Además, la gente en España es muy linda y
acogedora. ¡Es imposible no enamorarse de este país!”
Sin embargo, también se enamoró de su actual esposo
…
“Fernando y yo nos conocimos en una red social. Yo ya tenía pensado ir a
Barcelona y, una vez allí, quedamos para conocernos. Eso fue a finales del 2012
y, desde entonces, empezamos a vernos casi todos los días. ¡Fue muy bonito! A
los pocos meses nos fuimos a vivir juntos. El 4 de agosto del 2017 nos casamos
legalmente aquí en Barcelona. Ya vamos para 8 años de pareja y 3 de casados”.
¿Se siente parte de la comunidad LGBTQ de España?
“Yo soy abiertamente gay y, aunque hoy en día no estoy involucrado en
organizaciones LGBTQ, cuando vivía en Victorville fundamos junto a unos amigos,
en febrero del 2009, el High Desert Equality, un grupo de actividades
socio-culturales. Aquí en España, sobre todo por falta de tiempo, no pertenezco
a ninguna organización, pero no descarto hacerlo pronto”.
¿De
dónde viene esa pasión suya por la cocina?
“Siempre me
gustó la cocina, sólo que antes lo hacía más por necesidad que por gusto. Ya
desde hace unos 15 años empecé a practicar nuevas recetas y a cocinar jugando
con diferentes mezclas de sabor y texturas, pero siempre enfocándome en lo
tradicional. En mis viajes (me encanta viajar) he aprendido mucho de diferentes
culturas gastronómicas y siempre he intentado plasmarlas en mis platos. Esto me
ha dado más amplitud a la hora de cocinar. Me encanta que mis amigos disfruten
de algo que yo he cocinado”.
¿Por
qué decide incorporarse a MasterChef?
“La primera vez que vi MasterChef fue en el año 2014 y me gustó, pero no lo pude seguir por cuestiones de horario. En el 2015 cambié mi horario de trabajo y así pude verlo completo. Me quedé tan impresionado que empecé a buscar las recetas que hacían y practicarlas en casa. Recuerdo que al principio le decía a Fernando que yo algún día iba a entrar en ese programa. Me hacía mucha ilusión con solo pensar en todo lo que aprendería. El año pasado, mientras veíamos la edición de MasterChef Celebrity vi que anunciaban que todavía estaban abiertas la plazas para entrar en MasterChef. Abrí la computadora y rellené la solicitud. Y después de un duro proceso de selección, ¡aquí estoy!”
¿Cómo
se ha sentido hasta ahora en el concurso?
“El talent show es muy difícil, ¡pero me encanta! Si me
preguntáis que si lo recomiendo, yo digo mil veces que sí. No solo por lo que
aprendes, sino también por cómo me trata toda la gente del programa: el jurado,
los trabajadores de producción, los cámaras, las maquilladoras, las peluqueras
… ¡Ha sido una experiencia maravillosa!”
¿Cuáles
han sido sus momentos más difíciles hasta ahora en el programa?
“Creo que lo más difícil para mí es la convivencia con los compañeros.
Nunca había estado en un entorno con gente tan diferente a mí, y ¡mira que soy
de Los Ángeles!”
¿Cree que el hecho de ser extranjero y gay lo ha puesto
en una posición diferente con relación a sus compañeros?
“Antes de que me seleccionaron entre los últimos 50 concursantes mis amigos
me vacilaban con eso, que por ser gay y latino tendría más oportunidades.
Estuve a punto de creérmelo, pero cuando vi que en la última prueba la
comunidad LGBTQ ya estaba muy bien representada, pensé: ‘¿me seleccionarán por
ser extranjero?’. Pero también convocaron a otras personas de diferentes países
como Cuba, Bélgica, China, Marruecos, así que no creo que ser extranjero o gay
haya tenido algo que ver, ¡fue mi cocina!
Shine Iberia, la productora que tiene a su cargo la realización de MasterChef España y que forma parte del grupo internacional Endemol Shine Group, refirió al Blade que la inclusión de personas LGBTQ en sus producciones es inequívoco. Programas de éxito en España como MasterChef o Maestros de la Costura apuestan edición tras edición por la visibilidad y normalización de todos los colectivos, y por supuesto también del colectivo LGBTQ, mostrando a través de sus talent shows cómo son las personas con independencia de su procedencia u opción.
En ese
sentido -continúa Shine Iberia- cabe destacar la reciente presencia de Michael
en esta octava edición de MasterChef, temporada de la que también ha formado
parte Saray, una transexual de etnia gitana que ha compartido cocinas con
Michael y los otros 15 aspirantes”.
¿Qué le
ha enseñado el programa hasta hora, profesional y personalmente?
“Gracias a MasterChef me estoy perfeccionando en las cosas que ya hacía.
También estoy aprendiendo técnicas que por mí solo hubiesen sido muy difíciles.
En lo personal te digo que ahora aprecio más el tiempo con mi pareja y mis
amigos, detalles que antes no daba mucha importancia, ahora los valoro más”.
¿Cuánto
de sus raíces hay en sus platos?
“¡Mucho! Nosotros, en California, tenemos la suerte de tener mucha
influencia mexicana, que a la vez tiene mucho que ver con la comida española.
En Estados Unidos crecemos con una gran variedad de comidas de todo el mundo.
Toda esa influencia me ha ayudado a poder improvisar más rápido que el resto de
mis compañeros en las diferentes pruebas”.
¿Qué tal la relación con los jueces y el resto de los
compañeros?
“Cuando no estamos grabando, tienes oportunidad de charlar con los jueces y
para mí son personas muy cercanas y encantadoras. Yo en lo personal me he
llevado muy bien con los tres, pero debo admitir que Samantha Vallejo-Nágera me
ha dejado la mejor impresión. En cuanto a los compañeros, tengo más relación
con Teresa, Adrienne, Sito y Mónica”.
¿Cómo se siente durante las grabaciones? ¿Qué
sentimientos experimenta?
“¡En el plató y los exteriores hay un remolino de emociones! ¡Es una
combinación de estrés, nervios y adrenalina! Me lo paso mejor durante las
grabaciones. Todos nos tratan muy bien, desde los que limpian hasta los de
dirección. ¡Es otro mundo! ¡I love it!”
¿Cómo lo ha recibido el público español?
“¡Muy bien! En las redes sociales no dejan de apoyarme. Desde que vine a
España por primera vez de turismo y hasta ahora me he sentido como en casa. La
gente aquí es muy acogedora y te hacen sentir como uno de ellos. Me hacen
sentir muy querido”.
¿Cuáles
son sus mayores aspiraciones en el mundo culinario?
“Siempre he soñado con tener mi propio negocio relacionado con la cocina.
Pensé en poner un pequeño restaurante y abrir solo por las tardes. Pero ya con
la experiencia que tengo sé que lo mejor para mí sería un servicio de catering.
De hecho, estoy en contacto con mi compañera Teresa para, en un futuro no muy
lejano, poder montar algo aquí en Barcelona. Quién sabe si en un futuro abrió
una filial en Los Ángeles o en Washington, D.C.”
¿Qué
significaría para ud obtener el trofeo de MasterChef España?
“¡Wow! Ganar el título de MasterChef España no solo representa el dinero o la fama, también es haber logrado una más de mis metas. La oportunidad de estudiar en Basque Culinary Center es algo que nunca hubiera imaginado. Todo lo que podría aprender y la experiencia que adquiriría … ¡sería genial!
¿Ha
regresado a Estados Unidos?
“¡Si! El verano pasado nos fuimos Fernando y yo a pasear y visitar a
mi familia y amigos. Estuvimos en Orlando, San Francisco, Long Beach (por
supuesto), Hollywood, Las Vegas y otras ciudades. Estuvimos tres semanas y,
claro, nos faltó tiempo para ver todo lo que queríamos. Estamos pensando en
hacer otro viaje por lugares que no conozcamos, como New Orleans, Washington,
D.C., Cleveland o New York y ¡muchos otros!”
¿Qué lazos mantiene con California y Estados Unidos?
“Tengo muchos amigos en California, con los cuales mantenemos contacto. También a mi padre de acogida. En Long Beach tengo una tía que quiero mucho. ¡Y en Florida tengo a mi hermana que adoro! Estados Unidos siempre será mi hogar. ¡Yo soy y seguiré siendo americano! He hablado con mi marido de que en un futuro, cuando estemos jubilados, podríamos ir a vivir a Cocoa Beach”.

Published at Sat, 30 May 2020 12:03:23 +0000